Imágenes y vídeos
que desparecen nada más recibirse. Parece una película de espías pero
en realidad es el sistema que han encontrado los adolescentes de todo
el mundo para intercambiar mensajes de contenido sexual -una práctica
conocida como sexting-, sin dejar pruebas.
Lo hacen gracias a Snapchat, una aplicación de mensajería instantánea
que permite al usuario establecer durante cuánto tiempo podrán verse
las imágenes y vídeos que envía, con un máximo de diez segundos. Pasado
ese tiempo, el archivo desaparece como si nunca hubiese sido recibido.
Lo más parecido en la actualidad era TigerText, otra aplicación que permite enviar textos que se pueden eliminar incluso de forma remota, cuando se desee.
Fácil, sencillo... Y sin ningún control. Según los términos de privacidad
de la aplicación, nadie revisa las imágenes que los usuarios envían a
sus contactos. Los archivos enviados se almacenan en el servidor de la
compañía hasta que son abiertos por todos los receptores -puede
enviarse una foto a varios destinatarios al mismo tiempo- y después son
eliminados definitivamente.
Una promesa de fugacidad especialmente apetecible para los adolescentes. En el caso de los menores de edad, el sexting es especialmente problemático.
No solo puede provocar problemas familiares o de relaciones sociales
si se hacen públicos los mensajes compartidos, sino que además puede
constituir un delito. Según la legislación española, es ilegal
producir, distribuir o exhibir materiales de contenido sexual en los que
aparezcan menores de edad. Es así aunque el menor se haya grabado a sí
mismo o lo distribuya voluntariamente.
Las grandes compañías tecnológicas por su parte mantienen una guerra sin cuartel contra los contenidos pornográficos. Apple no permite en su App Store aplicaciones de enfoque sexual, y Facebook ha sido noticia estos días por su oposición radical a las imágenes de pechos
y otros contenidos eróticos publicadas en sus cuentas. Es lógico
entonces que una aplicación que permite compartir estos contenidos sin
dejar rastro y sin ningún control sea utilizada por los adolescentes.
Es la forma perfecta de hacerlo sin meterse en problemas.
El CEO de la nueva plataforma, Evan Spiegel explicó recientemente en una entrevista concedida a TechCrunch que "las imágenes no se almacenan en ningún servidor una vez que pasa su tiempo de vida".
De todas formas, es el propio usuario quien decide antes de enviar la
instantánea cuánto tiempo se podrá ver. Antes de enviar la imagen,
aparece exactamente el mismo regulador de tiempo que el de la alarma
del iPhone donde se establecen los segundos que se podrá visualizar. "Creo que nuestra aplicación hace la comunicación más humana y natural", añadió Spiegel.
Spiegel niega que la aplicación se esté utilizando para este fin en general. "No creo que el sexting esté tan extendido como los medios hacen creer", ha dicho a Techcrunch. Pero lo cierto es que no es fácil saberlo, ya que no se pueden analizar los archivos que se intercambian.
Sin embargo, la problemática no le resulta ni mucho menos desconocida -no en vano su aplicación ha sido bautizada como la app del sexting, y la empresa ha publicado una guía para padres en la que enfocan el intercambio de contenido sexual entre adolescentes apelando a la responsabilidad de sus tutores. "En
ningún caso es apropiado crear, enviar, recibir o guardar una imagen
sexualmente explícita de un menor. Es extremadamente importante que no
se utilice Snapchat con este fin, y animamos a que los padres eduquen a
sus hijos menores de edad en este sentido".
Sin embargo, y a pesar del planteamiento de la aplicación, su promesa de
fugacidad tiene un fallo, y es que es fácil hacer una captura de
pantalla con la fotografía si eres rápido. La aplicación avisa al
emisor de la foto cuando esto ocurre, pero poco más puede hacer, la
imagen ya está fuera de su alcance.
De hecho, existen varios blogs que recopilan fotos enviadas a través de
Spnapchat gracias a este sistema. Algunas fueron enviadas con
conocimiento de que serían publicadas, pero otras no. La mayoría de ellas son de contenido sexual, lo que contradice, al menos en parte, la opinión de Spiegel.
Sean conscientes o no sus usuarios, Snapchat se ha convertido en la vía
perfecta para que circulen contenidos subidos de tono o explícitamente
sexuales que no pueden compartirse en otro sitio. No en vano, cada día se envían 200 millones de snaps en todo el mundo, muchos de ellos con imágenes o vídeos que, se supone, nunca se volverán a ver.
Fuente: El Confidencial
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