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Security

Hay algo inevitable. Por más esfuerzo que se realice no se puede ser invisible en Internet. Siempre habrá alguna foto, video o blog, que indexe un nombre con una determinada cadena de referencias en un buscador.
De hecho, según datos de la consultora Comscore, los navegadores en América latina pasan 10 horas mensuales en redes sociales, número que duplica el promedio global de cinco.



A raíz de ello, la información de personas y empresas disponible en la red se multiplicó en los últimos años. Por ende, ante la misión imposible de pasar desapercibido, coinciden los expertos consultados, lo que sí se puede hacer es producir información que resalte aspectos positivos del perfil propio, sea uno CEO o empleado raso.

Cuando se trata de ejecutivos, lo riesgos van desde una publicación impropia de alguien que ocupe un cargo importantes hasta cuando a partir de un blog, post o mail anónimos se intenta socavar el prestigio. “Estoy completamente convencido de que ningún tipo de persona es consciente de lo que publica en la Web, sea personal o corporativo”, señala Cristian Borghello, Director del sitio Segu-Info.com.

Como ejemplo, Borghello cuenta el caso de un gerente de Recursos Humanos de la industria tecnológica que el año pasado fue despedido porque publicó en Twitter que la empresa había aumentado los sueldos antes de que esa medida se informe de manera oficial, “violando lo establecido por la política corporativa”. Para Miguel Sumer Elías, especialista en Derecho Informático y director del sitio www.informaticalegal.com, la red es un “sitio óptimo para dañar la reputación, sea por despecho o para obtener un cargo”. Una vez que sucede, señaló, “ya es casi imposible volver atrás y el impacto es incontrolable”. Ejemplo de esto es el caso de otro ejecutivo del área de Recursos Humanos, que trabajaba hace más de 20 años en una prestigiosa empresa tecnológica. Se encontró con un blog donde se lo acusaba de abusar de las candidatas en las entrevistas laborales. Sin ningún tipo de prueba, la información se viralizó en cuestión de horas.

Contenido completo en fuente original El Cronista

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