La gestión de los
riesgos, las amenazas y el desarrollo de la capacidad de reacción ante
una alerta temprana se demuestra como estratégica en el mantenimiento de
la integridad tanto de individuos, como de empresas y Estados. La
colaboración Público-Privada es reconocida por todos como la única vía
de abordar esta situación.
Aunque hace un año se aprobó la Estrategia Española de Seguridad y estamos a la espera de inminente publicación de la Estrategia Española de Ciberseguridad, el mundo no deja de avanzar de una forma acelerada y el análisis de los acontecimientos nos hace modificar nuestras percepciones y los modelos con los que tradicionalmente habíamos entendido la realidad.
La crisis económica, los conflictos sociales, los nuevos escenarios de guerra económica, las situaciones de nuevos espacios de confrontación... son parte sustancial de nuestra vida diaria. Pero, del mismo modo, aparecen nuevas oportunidades que permiten comprender por qué las grandes crisis proporcionan nuevas vías de expresión del ser humano permitiéndonos elaborar nuevas construcciones de entendimiento de nuestro presente y de nuestro futuro.
Hablar de ciberseguridad, en estos últimos trece años, ha sido la prédica de la anticipación de una revolución tecnológica que iba aparejada a un nuevo modelo de cambio social. La tecnología de internet ha proporcionado un nuevo paradigma de la comunicación social, rompiendo las dimensiones clásicas del espacio y el tiempo. La tecnología que posibilita este cambio también permite que se desarrollen capacidades que generan amenazas, para las que, ni Estados ni empresas ni individuos estábamos preparados. Por ello, esa labor de comprensión del nuevo entorno necesita nuevas herramientas de estudio, de formación y de colaboración entre todos los agentes sociales, tanto públicos como privados.
La colaboración Público-Privada es reconocida por todos como la única vía de abordar esta situación. La gestión de los riesgos, las amenazas, la prevención de estos elementos y el desarrollo de la capacidad de reacción ante una alerta temprana frente a incidentes se demuestra como estratégica en el mantenimiento de la integridad tanto de individuos, como de empresas y Estados. Nadie está excluido del riesgo, por este motivo la necesidad de concienciación ante estos riesgos es de obligado cumplimiento.
Las manifestaciones en la Red del crimen organizado, del proselitismo terrorista, de la acción terrorista, del ataque contra los activos intangibles de las empresas mediante el espionaje a través de Advanced Persistent Threats (APT), del riesgo de los ciudadanos -especialmente los jóvenes- frente al acoso bajo sus distintas manifestaciones, ha hecho que palabras como ciberseguridad, ciberterrorismo, ciberataques, ciberdefensa o ciberacoso se conviertan en nuestra semántica diaria.
Los procesos de convergencia de las distintas seguridades ya es algo cotidiano. La realidad presenta situaciones para resolver esas aparentes contradicciones. La Ley de Protección de Infraestructuras Críticas (PIC) genera un espacio de diálogo entre los responsables de Seguridad de las organizaciones para consolidar un único interlocutor frente a riesgos que provienen de dos espacios distintos, "el físico" y "el lógico". Pero esa categorización tiene menos sentido cuando lo que realmente importa es la prevención de los riesgos y la gestión de las amenazas, cuando se pone el objetivo en lo que nos une más que en lo que nos separa. No hay espacios limitativos ya que la Seguridad sí es una tarea de todos.
Fuente: Red Seguridad
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