Los esfuerzos del Gobierno de Estados
Unidos para reclutar piratas informáticos con talento podría sufrir por
las recientes revelaciones sobre sus vastos programas locales de
vigilancia, puesto que muchos investigadores privados expresan su
desilusión con la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en
inglés).
Aunque los hackers tienen a ser
"antigobierno" por naturaleza, la NSA y otras agencias de inteligencia
lograron grandes avances en los últimos años contratando a algunos de
los mejores y más brillantes hackers, y pagando por información sobre
fallos de software que les ayudan a tener acceso a ordenadores y
teléfonos.
Gran parte de esa buena voluntad se ha
borrado cuando los programas clasificados de la NSA para vigilar las
llamadas telefónicas y la actividades en Internet fueron expuestas por
el excontratista de la NSA Edward Snowden, según destacados hackers y
ciberexpertos.
Un cambio en el sentimiento de la
comunidad quedó patente en dos convenciones de seguridad celebradas en
Las Vegas esta semana: Black Hat, que atrae a ciberprofesionales más
establecidos, y Def Con, que reúne a un mayor número de hackers más
jóvenes e independientes. "Hemos retrocedido 10 años
las relaciones entre los tipos buenos y el Gobierno de EEUU", dijo Alex
Stamos, un veterano de la investigación de seguridad que dio una charla
en la Def Con el sábado sobre la necesidad de revisitar la ética de la
industria. Stamos ha informado voluntariamente a
responsables del FBI y NSA sobre su trabajo en el pasado, pero dijo que
ahora querría sus preguntas por escrito y llevaría a su abogado a
cualquier reunión.
Mientras altos cargos de
inteligencia advirtieron en marzo que los cibertataques y el
ciberespionaje había subplantado al terrorismo como la principal amenaza
que afronta Estados Unidos, el Gobierno está tratando de impulsar la
seguridad en infraestructuras críticas y el Ejército incrementa en
grandes números sus expertos informáticos.
La NSA,
que trabaja con el Departamento de Seguridad Interior, ha facilitado
parte de su experiencia para proteger a contratistas de defensa, bancos,
energéticas y otras industrias que sufren espionajes o son atacadas por
naciones rivales. Estos esfuerzos dependen de
reclutar piratas informáticos con talento y trabajar con profesionales
del sector privado. Algunos expertos de seguridad
siguen apoyando al Gobierno. La charla del director de la NSA Keith
Alexander en la Black Hat el miércoles fue bien recibida, pese a algunos
abucheos.
Pero en la Def Con, más grande y menos
cara, donde se preveía que la asistencia superara las 15.000 personas
del año pasado, el fundador de la conferencia y asesor gubernamental
Jeff Moss pidieron a agentes federales que se mantuvieran alejados.
Moss llevó el año pasado a Alexander como potente
principal para atraer a la comunidad de piratas.
Pero dijo que la
relación entre hackers y gobierno había empeorado desde entonces.
"No he visto este nivel o tipo de hostilidad desde los
90", dijo Moss en una entrevista. "Si no vas a decir nada en estas
circunstancias, nunca lo harás".
HIPOCRESÍA
Los programas de vigilancia de la NSA tienen objetivos
extranjeros fuera de EEUU que suponen potenciales amenazas a la
seguridad del país o pueden facilitar inteligencia para política
exterior. Pero los proyectos secretos también recavaron grandes
cantidades de datos estadounidenses, según documentos filtrados por
Snowden, desatando fuertes críticas de muchos diputados y defensores de
libertades civiles. "Muchas personas se sienten
traicionadas", dijo HD Moore, ejecutivo de la empresa de seguridad Rapid
7, aunque dijo que continuaría informando a la NSA sobre fallos de
software que la agencia usa para actividades cibernéticas ofensivas y
defensivas. "Lo que me molesta es la hipocresía:
demonizamos a China cuando estamos haciendo las mismas cosas y
probablemente peor". Alexander adoptó un tono
conciliador en su discurso en Black Hat, defendiendo a la NSA pero
diciendo que estaba deseando discutir cómo se podían mejorar las cosas.
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